FUNERALES DE ESTADO DEL EXPRESIDENTE DE CHILE PATRICIO AYLWIN AZÓCAR
A CINCO AÑOS DE UN HECHO HISTÓRICO
“En su adiós, Aylwin volvió a unir a sus compatriotas”
Viernes 22 de abril
DÍA 3 DEL FUNERAL DE ESTADO
Misa solemne de funeral; traslado al cementerio; homenaje de las floristas; acto final-discursos; y sepultación.
Programa día 3 del Funeral de Estado
A las 11 de la mañana del viernes 22 de abril, último día de duelo nacional, comenzó la misa exequial, presidida por el arzobispo de Santiago.
Asistieron altas autoridades del mundo civil, militar y eclesiástico, además de representantes diplomáticos de diferentes países, junto a millares de personas que repletaron el templo y sus inmediaciones para participar en la ceremonia de despedida.
Ver Programa “Exequias de don Patricio Aylwin Azócar”
En la Plaza de Armas, la gente pudo observar lo que pasaba dentro de la Iglesia a través de pantallas gigantes.
“Vine hoy día a rendir un homenaje a un gran estadista, que nos ayudó mucho en esta transición después de tantos años de dictadura.”
“Tomó la bandera de la democracia. Nos condujo cuatro años de una forma ejemplar. Era el hombre para el momento.”
“Una persona muy humana. Esos son los motivos que me hacen estar acá.”
Durante el rito litúrgico, el arzobispo de Santiago entregó a don Patricio, en las manos de su esposa, la Cruz del apóstol Santiago, distinción que la iglesia de Santiago entrega a quienes destacan por su servicio cristiano a la sociedad.
En su homilía, el arzobispo afirmó que «Don Patricio ha sido un gran estadista que con cariño entrañable por su patria y un respeto enorme por sus compatriotas, ha estado atento a los grandes anhelos de los hombres de su tiempo.»
Ver homilía del arzobispo de Santiago en los funerales de Patricio Aylwin
Al finalizar la misa, algunos nietos hablaron de su abuelo. Luego Mariana, la hija mayor del expresidente, leyó el poema de Amado Nervo “El Milagro”, que su padre recitaba con frecuencia los últimos años.
Finalmente, habló el hijo mayor, Miguel Patricio:
«Nuestro padre tuvo una vida plena. Alcanzó la edad que pocos alcanzan. Tuvo una vejez linda, acompañado de nuestra madre Leonor, sus hijos, nietos, bisnietos, nueras y yernos. Fue un hombre de familia, quien, no obstante dedicarse con pasión a los quehaceres, siempre estuvo, no solo presente entre nosotros, sino que muy cercano.»
Ver discurso de Miguel Patricio Aylwin en la misa fúnebre
Ver palabras de los nietos en la misa fúnebre
Revise aquí un video con el resumen de la misa fúnebre
A la salida del féretro, cientos de pañuelos blancos al viento, banderas de Chile y de la Democracia Cristiana, eran testigos de la masiva y cariñosa despedida que el pueblo de Chile le daba a Patricio Aylwin.
La carroza con los restos del expresidente avanzó muy lentamente por las calles del centro de Santiago, escoltada por un escuadrón del Ejército. Al pasar por la Pérgola de las Flores, miles de pétalos de todos colores cayeron sobre ella, en un nuevo homenaje popular.
Continuó avanzando hasta llegar al cruce entre Avenida Santos Dumont esquina Avenida La Paz. Allí, el Coro del Teatro Municipal y la Orquesta Filarmónica de Santiago comenzaron a interpretar el Va, Pensiero, de la ópera Nabucco de Giuseppe Verdi, rememorando el emotivo momento en que el recién asumido presidente Aylwin, junto a su esposa Leonor, ingresó al Estadio Nacional para celebrar con el pueblo de Chile.
En la plazoleta del Cementerio General lo esperaban representantes de las Escuelas Matrices del Ejército y las Fuerzas Armadas, que le rindieron honores y lo acercaron al altar.
El féretro fue colocado frente al pódium en que se darían los discursos. La bandera chilena lo cubría completamente.
El primero en hablar fue el exministro del Interior del presidente Aylwin, Enrique Krauss. Sus palabras resonaron en medio de un solemne silencio.
A continuación lo hizo uno de los fundadores del PDC, Renán Fuentealba, y luego la presidenta de este partido, Carolina Goic.
Finalmente, la presidenta de la República, Michelle Bachelet, subió al podio.
“Don Patricio: Chile no olvidará nunca su esfuerzo por dejar sentados los cimientos del reencuentro nacional, ni su voluntad para convertir nuestra memoria en legado moral para el “nunca más”. Esa entrega y esa valentía que ayer crearon la unidad contra la dictadura, hoy reclaman integridad ética y espíritu de servicio para poner a los ciudadanos, sus anhelos y temores, como el único norte de nuestro quehacer. Aquí estamos presidente Aylwin, para tomar, renovar y proyectar la unidad de los demócratas. Presidente Aylwin, hombre justo, hombre bueno, descanse en paz.”
Ver discurso de la presidenta Michelle Bachelet en la misa fúnebre
Ver discurso de Enrique Krauss en la misa fúnebre
Ver discurso de Renán Fuentealba en la misa fúnebre
Ver discurso de Carolina Goic en la misa fúnebre
Terminada la canción nacional, dos miembros del Escuadrón Presidencial Granaderos, se acercaron al féretro y retiraron la bandera chilena que lo había cubierto durante los tres días del funeral de Estado.
Tras doblarla, la entregaron al general de la Guarnición de Santiago, y éste a la presidenta de la República quien, a nombre de todos los chilenos, la puso en las manos de Leonor Oyarzún, viuda de Patricio Aylwin.
Tres salvas de cañón fueron disparadas. Las puertas del Cementerio General se abrieron e ingresó el féretro del expresidente de la República, acompañado solo por su familia y al son del Réquiem de Mozart, interpretado por el Coro y Orquesta del Teatro Municipal de Santiago.
Revise aquí un video con el resumen del acto final en la plazoleta del Cementerio General
Tata, ¿Te cuento?
Tata, te cuento que ayer conversé con la Ita tirado sobre tu cama vacía. Me dijo que estaba en paz y tranquila, aunque no sabía si creerle mucho. Ella dijo que vendrías a buscarla pronto, pero yo creo que nunca te irás de ella.
Tata, te cuento que en tu misa recordamos tu risa, pero nos llenamos de lágrimas cuando tuvimos que sacarte del hogar que nos regalaste.
Tata, ¿Te cuento?
Cuando salimos, tus vecinos te despidieron por las calles que caminaste, fueron bondadosos como tú y nos dirigieron la palabra y la mirada como tú solías hacer con ellos.
Tata, te cuento que había personas llorando de emoción en la calle, tal como solía ocurrirte a ti en tantos momentos y lugares.
Tata, te cuento que esos gestos de amor me hicieron llorar… y mucho.
Tata, te cuento que un cartel de “Aylwin regaló campos de hielo” me hizo reír… y mucho.
Tata, ¿Te cuento?
Habían muchas personas despidiéndote y te llenaron de flores, como las que te gustaba contemplar a ti.
Tata, ¿Te cuento?
Había niñitos de jardines infantiles devolviéndote todos los saludos que nos regalaste alguna vez, a tus nietos y bisnietos.
Tata, te cuento que las personas detuvieron sus autos y se bajaron a aplaudirte. A ratos y por sectores la ciudad se paralizó.
Tata, te cuento que te pasearon un poquito por los lugares donde trabajaste tanto y cada cual te rindió su homenaje, como el que les rendiste tú con el tiempo que les dedicaste con el tuyo.
Tata, te cuento que había algunos con banderas guardadas de los tiempos del “No” y me recordé de niño observando tus discursos en campañas y concentraciones. Parece que tus palabras quedaron guardadas en las banderas de esas personas y hoy vinieron a hacerte un discurso que flameaba silencioso para ti.
Tata, te cuento que hablaron muchas personas de todos los sectores y te cuento que todos hablaron bien de ti, tal como tú solías hablar de todas ellas aunque fueran tus adversarios.
Tata, ¿Te cuento?
Muchas personas vinieron a agradecerte hoy.
Tata, muchos vinieron desde lejos a dedicarte unos segundos para hablar contigo y tú los escuchaste en silencio, tal como ellos te escucharon cuando tú los visitaste con tus viajes en sus hogares y en sus ciudades.
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué, si tus vecinos salieron a despedirte a ti con lágrimas en los ojos, me dedicaban palabras de afecto a mí que nada hice?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué esas personas guardaron por tanto tiempo esas banderas y junto con ellas las emociones que encarnaban en su tiempo? ¿No era que todo estaba muerto y putrefacto?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué detuvieron sus autos y se bajaron sin miedo a ser robados y sin prisa por correr a ninguna parte?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué las personas te miraban con tranquilidad desde un bus detenido, sin rabia a que tú les “cortaras su libre tránsito”?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué no hubo violencia ni chilenos recriminándose entre ellos por diferencias sobre los actos que tú cometiste en vida?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué una persona habría de esperar horas para ir a verte sin que tú la pudieras mirar, sacrificando horas “que hoy valen dinero” para hablarte tan sólo dos segundos o quizás reencontrarse con un viejo amigo en la espera de la fila para verte?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué personas comunes y corrientes se ofrecieron para hacerte «guardia de honor»?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué las personas me daban las gracias a mí por poder ir a despedirte a ti?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué los jóvenes desencantados ya de la vida, vacía y material, quisieron ir a ver a un muerto?
Tata, yo me pregunto: ¿Por qué un chileno quiso venir a despedir a otro chileno con cariño y hermandad?
Tata, yo no entiendo…
Tata… ¡Yo no entiendo!
Así como tú no entendías cuando yo intentaba hablarte de mi física y mi astronomía y tú me decías que no eras capaz de dimensionar esas complejidades y preferías quedarte con las cosas más simples.
¿Quizás un saludo a tu vecino o levantar una mirada a quien pasa por la calle?
¿Quizás hablar bien de las personas porque crees que ellas son buenas por naturaleza?
¿Quizás dedicar tu tiempo a trabajar por los demás sin esperar reconocimiento más que la retribución que te entregaba el cumplimiento de tu tarea bien hecha?
¿Quizás dedicar una risa o un suspiro por el pájaro que cantó en el árbol de tu jardín?
¿Quizás ponerte a prueba con una poesía aprendida hace años?
¿Quizás disfrutar de cada comida como si fuera la última pero no la indispensable?
¿Quizás sentarte a escuchar las historias de cualquiera?
¿Quizás no tener ataduras ni anhelar con ansias nada material?
¿Quizás salir a caminar?
¿Quizás amar?
¿Quizás vivir?
¡Esa vida simple que tú tuviste, a mí me parece tan complicada de lograr!
Tata, ¿Te cuento? Yo me lo pregunto y yo no lo entiendo…
Felipe Matta Aylwin