Vida Familiar y Estudios

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Patricio Aylwin, nació en Viña del Mar el 26 de noviembre de 1918, en el seno de una familia de clase media. Su padre, Miguel Aylwin Gajardo, proveniente de la zona de Constitución, fue profesor, abogado y juez, llegando a ser Presidente de la Corte Suprema de Justicia en 1957. Su madre fue Laura Azócar Álvarez, nacida en San Fernando. El mayor de cinco hermanos, gran parte de su niñez y juventud transcurrió en la comuna de San Bernardo, junto a su hermana Carmen y sus hermano Andrés, Arturo y Tomás.

Aylwin realizó sus estudios primarios en el Instituto Salesiano de Valdivia, donde su padre ejerció como juez. Luego que la familia se trasladara a vivir a una casa quinta en la comuna de San Bernardo, ingresó al Liceo de Hombres de San Bernardo, destacándose por su liderazgo y sensibilidad frente a las inquietudes de su medio. El sexto año de humanidades lo hizo en el Internado Nacional Barros Arana, de donde egresó en 1935.

Tras rendir su bachillerato, en marzo de 1936 Aylwin ingresó a estudiar a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, de donde egresó el 10 de enero de 1941.

En 1943 entregó su Memoria “El juicio arbitral”, calificada como “sobresaliente” y hasta ahora referente obligado en materias de arbitraje. En agosto de ese año rindió el examen para optar a la Licenciatura sobre “El acto administrativo”, obteniendo la máxima distinción.

En 1944 comenzó a ejercer la profesión ingresando al estudio de abogados de Pedro Lira, donde trabajó junto a Raúl Varela, con quien más tarde formó el estudio de abogados Varela-Aylwin.

A fines de 1947 conoció a Leonor Oyarzún Ivanovic. Hija de Manuel Oyarzún Lorca y de Ana Ivanovic Roccatagliata, Leonor nació en Curicó un 10 de marzo de 1919. Era la mayor de seis hermanas, todas ya fallecidas. Su padre fue profesor y abogado, Rector del Liceo de Antofagasta y luego Síndico General de quiebras en Santiago. Murió cuando ella tenía 18 años, asumiendo desde muy joven responsabilidades familiares al lado de su madre viuda.

Estudió inglés, francés y costura, apoyando a su madre económicamente gracias a este último oficio. La lectura de “La verdad sobre el carbón”, artículo escrito por Patricio Aylwin, publicado en la revista de la Falange Nacional Política y Espíritu, la motivó a conocerlo, iniciándose así un corto noviazgo y largo matrimonio que duraría más de 68 años.

La pareja Aylwin Oyarzún vivió sus primeros meses de matrimonio en la casa paterna en San Bernardo. Luego se trasladó a Santiago, donde la familia comenzó a crecer. Tuvieron cinco hijos: Mariana (historiadora), Isabel Margarita (asistente social), Miguel Patricio y José Antonio (ambos abogados, como su padre), y Francisco (comunicador social).

En 1956 la familia se instaló en la casa de Arturo Medina en la comuna de Providencia, barrio de clase media que nunca dejaron, incluso en los agitados años en que Patricio Aylwin ejerció la Presidencia de la República.

Sus hijos crecieron viendo la capacidad del padre de conciliar la política con la vida familiar. Solía despertarlos todas las mañanas para llevarlos al colegio, y más tarde irlos a buscar, aunque la recargada agenda del progenitor provocaba muchas veces atrasos, por lo que no era raro que fueran los últimos esperando que los pasaran a recoger. Les recitaba poesías y se enojaba poco. Hoy lo recuerdan como un hombre afable, cariñoso y respetuoso, que trataba de “usted” a todas las personas, en especial a aquellas que no podían tratarlo de tú a él.

Aylwin era un gran “caminador”, apasionado por dar largos paseos al aire libre. Hombre sencillo, tenía la costumbre de recorrer el vecindario, departiendo con los transeúntes, y no era raro encontrarlo haciendo la fila para pagar su compra en alguna tienda del barrio donde vivía, recuerdo que hoy mantienen muchos de sus vecinos. También estaban sus habituales paseos dominicales al cerro San Cristóbal, que solía subir a pie, en lenta y silenciosa caminata.

Pese a la agitada vida que al núcleo familiar trajo el ejercicio de la Primera Magistratura del país, Aylwin continuó los días domingo sus tradicionales caminatas y los almuerzos familiares con sus hijos, nueras, yernos, nietos y bisnietos.