Con motivo del décimo aniversario del fallecimiento de Edgardo Boeninger K., la Fundación Patricio Aylwin recuerda a quien fue un “artífice sustantivo en la hazaña de la recuperación de la democracia chilena y en su consolidación”.

“El Chile de nuestro tiempo le debe mucho a Edgardo Boeninger. Con la sencillez que sólo conocen los hombres libres y una inteligencia privilegiada, Edgardo fue uno de los artífices de la reconstrucción de nuestra democracia. Tuve la oportunidad de conocerlo de cerca cuando, después del golpe militar, en un momento en que los vientos arreciaban en contra, renunció a su tradicional independencia para ingresar a la Democracia Cristiana. Lo hizo porque sabía que la reconstrucción de la democracia, la construcción de la paz en libertad y justicia, exigía crear los medios para lograrla. Durante los ochenta, siendo uno de los pilares del Grupo de Estudios Constitucionales de los 24, su racionalidad implacable lo llevó a concluir que era necesario asumir la institucionalidad del régimen militar para derrotar a la dictadura con sus propias reglas. O cuando, en los noventa, fue el gran articulador de acuerdos que hicieron posible una transición exitosa.

Algunos resaltarán su pragmatismo brillante; otros ya lo han catalogado de “tecnócrata”. Pero lo que sabemos todos los que tuvimos el privilegio de compartir con él, es que la fuente de su eficacia estaba en su pasión y amor por Chile.  Quiero testimoniarlo delante de los que han venido a despedirte hoy día: siempre he pensado que lo que hicimos durante el primer gobierno democrático y de lo cual nos sentimos orgullosos, no habría sido igual sin tu contribución. Tu marca está en la esencia del Chile democrático y libre, que ha buscado conciliar crecimiento económico, justicia social y gobernabilidad política.  Por ello, te damos las gracias.

La historia de nuestra patria te recordará como un gran servidor público: primero como Director de Presupuesto del Ministerio de Hacienda; luego como Rector de la Universidad de Chile; enseguida como Ministro Secretario General de la Presidencia; posteriormente como Senador de la República y, hasta tus últimos días, pensando y sugiriendo ideas y caminos para el progreso de Chile y los chilenos.

Un nuevo héroe ha entrado al Panteón de la República y de la Democracia Chilena.  El héroe, en la tradición griega, es el protagonista de la hazaña, es el hombre virtuoso que tiene un don que solemos olvidar: es también el protector.  Edgardo Boeninger fue un artífice sustantivo en la hazaña de la recuperación de la democracia chilena y en su consolidación.  Fue un hombre virtuoso que conoció el dolor, pero no el rencor.  Respetuoso de todos, honesto como el que más, Edgardo Boeninger fue también un protector.  Antes que nada, de la dignidad humana; luego y por ello, un protector de las tradiciones más nobles de nuestra patria.  Amó la libertad, ayudó a recuperarla y fue libre como pocos lo han sido.  Amó la paz, hizo por ella todo lo que pudo, vivió y murió en ella. Al mismo tiempo, supo gozar de la alegría de vivir, amar a su familia, ser buen amigo y excelente ciudadano.

Gracias Edgardo por tu propia historia. Gracias porque fuiste un colaborador insustituible.

Y desde tu historia, te despediré con las mismas palabras con que Ignacio Domeyko despidió a Andrés Bello: “Dudaría la razón que en una sola vida, un solo hombre pudiera saber tanto, hacer tanto y amar tanto”.

 

Patricio Aylwin

Intervención en funeral de Edgardo Boeninger K.

14 de septiembre 2009