LA EXPERIENCIA POLÍTICA DE LA
UNIDAD POPULAR
Documentos para la historia
La experiencia política de la Unidad Popular / La elección presidencial de 1970
La elección presidencial de 1970
Las candidaturas
En la elección presidencial de 1970 compitieron tres candidatos, representantes de tres idearios políticos.
Salvador Allende, candidato de la Unidad Popular -coalición integrada por diversos partidos de izquierda, entre ellos el Partido Socialista y el Partido Comunista- propiciaba un cambio radical de la estructura institucional chilena, ufanándose de que, por primera vez en la historia política internacional, el marxismo leninismo llegaría al poder a través de la vía legal.
El gobierno popular propuesto actuaría de acuerdo con la mayoría nacional, sería pluripartidista y las decisiones esenciales considerarían la opinión común de las fuerzas que lo integraban.
Jorge Alessandri, candidato de la derecha, defendió la idea de que solo su candidatura podría atajar el triunfo de la izquierda marxista, planteando la contienda presidencial como un verdadero referéndum, de modo que su elección significara el apoyo del país a una reforma constitucional que invistiera al presidente de la República de plenos poderes para dirigir la política económico-social, sin interferencia del Parlamento, ni de los partidos, ni de los sindicatos
Esta idea, planteada como reacción contra “el desorden y la politiquería”, fue el motivo central de su postulación y en torno a ella el Partido Nacional y el Movimiento Alessandrista elaboraron sendos programas que presentaron al país como aportes al futuro gobierno
«Movimiento Independiente dio a conocer Programa de Alessandri», agosto 1970
Radomiro Tomic, candidato de la Democracia Cristiana, recibió el apoyo del Partido Democrático Nacional (Padena) y de importantes sectores independientes. Presentó al país un programa donde el gran motor debería ser el propio pueblo, movilizado por dos grandes místicas: la mística de la solidaridad nacional y la mística del trabajo.
La campaña electoral
La campaña presidencial de 1970 fue dura, apasionada y no exenta de violencia. Más que en los programas que cada candidato ofrecía al país, la discusión se centró en lo que cada cual representaba, con los consiguientes enjuiciamientos recíprocos y airadas recriminaciones.
Discurso de Patricio Aylwin «Mitos de la candidatura derechista», 13 de mayo de 1970
Discurso de Patricio Aylwin «Observaciones sobre campaña presidencial», 1 de julio de 1970
La derecha recurrió a su tradicional discurso contra la politiquería, el desorden y la demagogia, sin hacer un examen objetivo de lo realizado por el gobierno del presidente Frei, y no percibiendo que el país se encontraba ante una encrucijada decisiva de nuestra historia, que importaba el desafío de compatibilizar el desarrollo económico con el desarrollo social y perfeccionar el régimen democrático.
Su otro gran caballo de batalla fue el anticomunismo. Pero éste nunca fue esgrimido por el propio candidato y rara vez por los dirigentes de su campaña. Para ello se montó, separadamente, una prolífica máquina de propaganda destinada a explotar psicológicamente el temor al peligro comunista, tipo soviético, que entrañaba la llegada al gobierno de la Unidad Popular.
Discurso de Jorge Alessandri «Hacia un gobierno de integración nacional», enero de 1970
La candidatura de Salvador Allende definió su proyecto como una revolución con “vino tinto y empanadas” alejándose de modelos foráneos y procuró, imprimiéndole un carácter épico a través del “venceremos”, identificarse como la candidatura «del pueblo» y contraponer su proyecto de construcción de una «nueva sociedad» al «reformismo» de la Democracia Cristiana, sobre cuyo gobierno centró sus más fuertes ataques.
Folleto «Todo el poder para los trabajadores», 13 de febrero de 1970
La campaña de Radomiro Tomic se hizo en torno a tres objetivos fundamentales. El primero, era plantear la incapacidad de las estructuras capitalistas, de base social minoritaria, para encauzar en nuestro tiempo el desarrollo de las naciones del tercer mundo y la voluntad de sustituir en Chile esas estructuras por un nuevo orden social fundado en la participación organizada del pueblo y la primacía del trabajo a fin de lograr el desarrollo y la plena independencia de nuestro país. El segundo consistía en denunciar a la derecha como la gran responsable de la manutención de un régimen económico-social injusto y agotado. Y el tercero era la defensa del gobierno del presidente Frei y sus realizaciones.
Sin abandonar jamás su convicción de que solo la unidad del pueblo podría asegurar la base mayoritaria indispensable para hacer posible y fecundo dicho esfuerzo, Tomic cuidó especialmente de mantener serenidad ante los ataques de la izquierda y evitar, en lo posible, la acritud en la polémica con ella. Fue, en cambio, tajante e implacable en sus ataques a la derecha.
«Discurso de don Radomiro Tomic el jueves 30-X-69 en el Caupolicán»
Discurso del candidato presidencial Radomiro Tomic en el teatro Caupolicán, 15 de agosto de 1970
Mención aparte merece la actuación del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), pequeño pero activo grupo de ultraizquierda, cuyos dirigentes pertenecían a la alta burguesía, partidarios de una política militar que la UP no tenía, propulsores de «la vía armada» como único camino para instaurar el socialismo. Sus dirigentes máximos, prófugos de la justicia, actuaban clandestinamente.
Frente a las candidaturas de Tomic y Alessandri, que “representaban a los patrones de fundos y fábricas”, y sobre todo considerando el hecho que ambas se presentaban divididas, lo que posibilitaba una mayoría electoral para la Unidad Popular, el MIR optó por entregar su apoyo a Allende, que sí representaba los intereses del pueblo y bajo cuyo gobierno sería posible retomar sus ideales de lucha armada.
«El MIR y las elecciones presidenciales», 12 de mayo de 1970
Recorte de prensa «El MIR: agente de la contrarrevolución», 29 de agosto de 1970
El resultado electoral y sus repercusiones inmediatas
Los resultados de la elección fueron, Salvador Allende: 36.3%; Jorge Alessandri: 34.9% y Radomiro Tomic: 27.8%.
Derrotado, el Partido Demócrata Cristiano reconoció de inmediato la primera mayoría relativa obtenida por Allende. Por su parte, Jorge Alessandri, junto a los sectores más dialogantes de la derecha, ofreció renunciar si el Congreso Pleno lo elegía como presidente de la República, dándose paso a una nueva elección que posibilitaba la postulación de Eduardo Frei M., idea que no prosperó. La Unidad Popular desplegó de inmediato una movilización del pueblo para la defensa del triunfo y la Iglesia llamó a los chilenos a buscar “una solución justa, original y creativa”.
Recorte de prensa «Reacciones políticas ante declaración de Alessandri», 10 de septiembre de 1970
Declaración del Episcopado de Chile frente a la situación del país, 26 de septiembre de 1970
Los días que siguieron a la elección presidencial fueron de incertidumbre y temor, lo que se vio rápidamente reflejado en el ámbito económico.
El primer día de funcionamiento de la Bolsa de Comercio después de la elección, los valores bajaron en casi 22%, tendencia que continuó los días siguientes. Depositantes y ahorrantes se precipitaron a retirar sus recursos para mantenerlos en forma de dinero en efectivo. La demanda de bienes durables bajó a menos de la mitad, con la consiguiente reducción del ritmo productivo de la industria nacional. La inversión del sector privado y el ingreso de capitales al país se paralizaron.
Allende y la UP denunciaron estos hechos como maniobras de la extrema derecha para crear el caos. El gobierno, por su parte, se vio en la obligación de encarar la crisis. El 23 de septiembre el ministro de Hacienda, Andrés Zaldívar, hizo una exposición al país por cadena de radio y televisión a fin de informar a la opinión pública sobre la situación económica producida, las medidas adoptadas por el gobierno y el alcance y las consecuencias de la repentina crisis por la que Chile atravesaba. La UP tildó esta exposición de alarmista, y cuyo resultado habría sido ayudar al caos económico.
El estatuto constitucional de garantías democráticas
Mientras que en la derecha política rápidamente se impusieron los sectores que buscaban implementar una estrategia orientada a impedir la llegada de Allende a la presidencia de la República, la Democracia Cristiana manifestó su disposición a apoyar un proceso de cambios revolucionarios, pero exigiendo garantías democráticas.
Con este ánimo, elaboró un documento que fue entregado a Allende el 23 de septiembre. En él se planteaba la exigencia de respetar con garantías reales y efectivas la institucionalidad política, la Constitución, la libertad de prensa y de opinión, la independencia y las atribuciones de los tres poderes del Estado, el carácter profesional y apolítico de las FF.AA., la libertad de educación, la autonomía de las universidades, la libertad sindical y la de las organizaciones comunitarias, así como el derecho a huelga y a petición. La propuesta dejó a la derecha al margen de las negociaciones políticas.
«Posición del Partido Demócrata Cristiano frente al Congreso Pleno», 22 de septiembre de 1970
El 29 de septiembre Allende formalizó su respuesta en una extensa carta dirigida al presidente del PDC. En lenguaje ponderado, aunque escrito como si ya fuera presidente electo, procuraba desvanecer las preocupaciones de la DC, enfatizar sus convicciones democráticas y demostrar la lealtad a ellas de la UP; pero no contraía compromiso alguno respecto de las garantías específicas requeridas por los democratacristianos.
La réplica de la DC no se dejó esperar: en declaración pública emitida al día siguiente, estimó como indispensable la elaboración de un estatuto jurídico de garantías democráticas que tuviese consagración constitucional, mediante un proyecto elaborado de común acuerdo, propuesta que fue aceptada por el comando nacional de la Unidad Popular.
En la junta nacional del PDC, reunida los días 3 y 4 de octubre, se presentaron dos votos: ambos proponían apoyar en el Congreso Pleno la candidatura de Salvador Allende sobre la base de acordar estatutos de garantías constitucionales, pero el primero sostenía que el proyecto debía ser redactado por una comisión mixta (UP-DC), mientras que el segundo, defendido por Aylwin y otros camaradas, insistía en la autonomía del PDC para buscar “por nosotros mismos las condiciones necesarias, sin cerrar el paso a las negociaciones y facilitando al consejo nacional para que negocie todo lo que sea necesario, pero con el arma al brazo de nuestro proyecto de reformas constitucionales en tramitación, para avanzar y ganar posiciones”.
Acuerdo de la junta nacional del Partido Demócrata Cristiano, 4 de octubre de 1970
La junta aprobó la primera de estas posiciones. En los días siguientes se constituyó una comisión mixta que, en rápido e intenso trabajo y sobre la base del anteproyecto que había sido preparado por la DC -que fue prácticamente acogido en todas sus partes salvo pequeñas correcciones- dio feliz término a su cometido.
El 8 de octubre el proyecto fue presentado a la Cámara de Diputados, suscrito por parlamentarios de ambos sectores. En una semana fue despachado por la Cámara y a la siguiente por el Senado, quedando solo pendiente su ratificación por el Congreso Pleno que, conforme al mandato constitucional, debía tener lugar sesenta días después. [Diario de sesiones del Senado, sesión n°16, 20 de octubre de 1970]
La aprobación del estatuto constitucional de garantías democráticas, consagrado formalmente en una reforma constitucional, aseguró la elección definitiva de Salvador Allende por el Congreso Pleno en su sesión del 24 de octubre. Los 75 parlamentarios democratacristianos votaron disciplinadamente por Allende, quien reunió así 153 votos, contra 35 de Alessandri y 7 en blanco.
Artículo «El estatuto de garantías democráticas», 22 de octubre de 1970
El 3 de noviembre de 1970 Eduardo Frei entregó la banda presidencial a Salvador Allende.
Maniobras golpistas
Las semanas que siguieron a las elecciones del 4 de septiembre estuvieron marcadas por intentos de romper la normalidad constitucional del país e impedir la ascensión de Allende al gobierno.
Sin duda, el hecho que durante esos tensos días causó mayor conmoción fue el asesinato del comandante en Jefe del Ejército, general René Schneider, ocurrido la mañana del 22 de octubre. El general se había caracterizado por su inquebrantable lealtad a la «doctrina institucional» del Ejército, definido como cuerpo esencialmente profesional, al servicio de la nación entera, sin compromisos políticos partidistas, respetuoso de los órganos constitucionales del Estado y obediente a sus decisiones.
La investigación judicial realizada por los tribunales militares determinó que el propósito del atentado había sido secuestrar al general Schneider con el objeto de provocar una convulsión nacional que impidiera la elección de Allende por el Congreso Pleno. Los autores de este magnicidio fueron numerosos individuos vinculados a movimientos nacionalistas o de extrema derecha, civiles o exmilitares, en su mayoría jóvenes, algunos conocidos por su participación en anteriores aventuras sediciosas.
Antecedentes que posteriormente se conocieron -los documentos secretos de la International Telegraphic and Telephonic (ITT) hechos públicos en 1972 por el periodista norteamericano Jack Anderson y el informe del Comité Especial del Senado de Estados Unidos, presidido por el senador Frank Church, que investigó las «acciones encubiertas en Chile»- han demostrado que en el intento de impedir a cualquier precio que Allende asumiera el gobierno, se conjugaron sectores nacionales, empresas extranjeras y el propio gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.