La voz del cardenal Raúl Silva Henríquez durante el gobierno de la Unidad Popular
Presentación
En Chile, país mayoritariamente católico, la Iglesia católica ha tenido a través de la historia una presencia activa tanto por la comunidad que representa como por su opinión e influencia. Posesionada como un actor importante en el proceso de transformaciones sociales, económicas, políticas e institucionales que se generaron a partir de mediados de la década de los sesenta, su reflexión, su palabra y su presencia fueron relevantes en el devenir político posterior.
Nuestro país vivía por entonces una nueva realidad. Los chilenos estaban sometidos a presiones, desafíos e interrogantes. La invitación al diálogo y al encuentro propuesta por el Concilio Vaticano II (octubre de 1962 a diciembre de 1965) y asumida por la Iglesia católica chilena y su máxima autoridad, no se restringía a una discusión doctrinal, sino que era una respuesta al nuevo escenario.
Como pastor de su Iglesia, al cardenal Raúl Silva Henríquez le correspondió ser testigo y protagonista de este periodo. En momentos en que el país enfrentaba profundas y trascendentales transformaciones, y pese a recibir constantes y duras críticas desde la izquierda y la derecha, no dudó en manifestar su preocupación frente a los problemas reales del país y en invitar a los chilenos a respetar las divergencias y perfeccionar la convivencia democrática, asumiendo de este modo un papel orientador, que no implicó, ni en sus palabras ni en su acción, la pérdida de su autonomía y originalidad.
Presentamos a continuación un relato documentado -elaborado a partir de declaraciones, cartas, homilías, discursos y exhortaciones eclesiásticas, en su mayoría redactadas por el cardenal Silva Henríquez- de los singulares años que vieron nacer en Chile una Iglesia post Concilio Vaticano II y su postura frente a un país que iniciaba su vía chilena al socialismo.